Saúl

Acabo de terminar de leer el libro autobiográfico "Memorias de un primate. La vida nada convencional de un neurocientifico entre babuinos" de Robert Sapolsky donde resume sus décadas de experiencia en África conviviendo con una manda de babuinos, en tono divulgativo no exento del clásico humor anglosajón que me ha hecho soltar más de una carcajada. Me gustaría compartir con vosotras la historia de Saul.

"... unos seis meses después (de llegar a la manada), Saúl se convirtió en un ermitaño; únicamente deseaba estar solo. Aunque dormía con la manada, lo hacía en la última rama del árbol más distante. No había visto nada igual. Era el primero en bajarse del árbol por la mañana y el primero en alejarse lo más posible y en situarse en la periferia del grupo. Se iba cada vez que alguien se le acercaba. Y no es que tuviera miedo, no pertenecía a una de las castas inferiores. Cuando decidía pelear, era un macho fuerte, de alto rango. Lo único que quería era estar solo la mayor parte del tiempo. Estuve dos años observándolo y los dos se los pasó sentado, solo... se dedicó a pensar y a mirar... Tomaba su ración diario de alimento a toda prisa mientras los demás bostezaban bajo los árboles y se pasaba el resto de la jornada lejos del grupo, sentado y observando. Al debió llegar a la conclusión de que había llegado su hora, porque le bastó un solo día para abandonar la periferia de la manada y destronar a Urías (como líder de la manada).

Así comenzó el reinado de Saúl, que mostraba una asombrosa propensión a los extremos. Por ejemplo, podía tener estallidos de violencia. Sobre todo al principio de sus mandatos, los machos alfa eran desafiados de vez en cuando por otros machos de alto rango. La respuesta podía consistir en ignorar al individuo, hacer una mueca amenazadora, quizá en arremeter contra el agresor e incluso perseguirlo sin demasiado entusiasmo. Pero no tardó en quedar patente que Saúl pensaba responder a la más mínima provocación con el más violento de los ataques: feroces persecuciones con los colmillos al aire en las que hendía las ijadas del macho que se había dado a la fuga. Al cabo de poco, no quedaba nadie dispuesto a desafiar a Saúl por ningún motivo y todo el mundo se hacía a un lado inmediatamente cuando él pasaba. Sin embargo, en el fondo no era un individuo excesivamente agresivo. No empezaba las peleas y tampoco parecía guardar rencor a nadie ni acosaba a otros animales sin motivo alguno. Y lo más sorprendente era que nunca atacaba a las hembras como consecuencia de una agresión desplazada* ni las perseguía cuando estaba de mal humor. Se trata de una conducta insólita en un babuino macho, similar a la de algunas formas radicales de pacifismo cuyos partidarios, cubiertos con taparrabos, se niegan a comer ciertas frutas por miedo a matar sin querer a las moscas que causan su putrefacción. Saúl poseía una especie de equilibrio interior, una serenidad imperturbable, una calma oriental, hasta que alguien se metía con él y, a la mínima provocación se ponía como loco e infligía al otro un castigo terrible. Era como si, durante los dos años que había pasado meditando en soledad, Saúl hubiera desarrollado esa sorprendente capacidad para adoptar posturas extremas sin comportarse jamás de un modo gratuito... Saúl era todo aquello que la mayoría de los machos aspiraban a ser de haber poseído un mínimo de inteligencia,disciplina o energía.

En la manada reinaba la paz y todo sucedía según el orden previsto. Saúl engendró numerosos hijos y, aunque no era demasiado paternal con ellos, tenía un control de la reproducción que no he vuelto a ver en ningún otro macho alfa. Mantenía buenas relaciones familiares con casi todas las hembras de la manada, si bien nunca llegó a intimar con ninguna. fueron pasando los años y resultaba evidente que Saúl empezaba a plantearse la posibilidad de construir grandes catedrales conmemorativas y entregar a perpetuidad grandes cantidades de florines a las ordenes monásticas. A los demás machos de la manada debió de resultarles muy duro ver pasar su juventud bajo el dominio de Saúl, y al final tuvieron que adoptar medidas excepcionales para derrocar a aquel individuo excepcional.

Lo normal es que en una manada haya uno o dos herederos forzosos esperando reunir un poco más de coraje y que al macho alfa empiecen a fallarle los reflejos... En aquel momento no había ningún número dos incontestable, sino únicamente un puñado de machos jóvenes en la flor de la edad, alos que jamás se les habría pasado por la cabeza meterse con Saúl. Al final tomaron la decisión más lógica, aunque también la más insólita: formar una coalición.

... Seis contra uno. Yo apostaba por Saúl. Al salir del bosque lo rodearon... La escena me recordó el asesinato de Cesar.

Estoy seguro de que los seis se estaban meando en los pantalones. Todo lo contrario que Saúl, que parecía muy tranquilo y sereno a pesar de que todos los machos rechinaban los dientes de un modo notario, mostrando los colmillos y amagando... No podía creer que los seis estuvieran organizados para tener un plan de acción. No por nada, sino porque los babuinos no poseen la capacidad suficiente para hacer una cosa así...

Permaneció tres días en el suelo del bosque. Nunca sabré por qué no se lo comieron las hienas. Cuando lo anestesié unas semanas más tarde, estaba cubierto de heridas producidas por los colmillos. Había perdido una cuarta parte de su peso, tenía el hombro dislocado, el brazo roto y el nivel de hormonas del estrés por las nubes.

... terminó recuperándose. Aprendió a andar con tres extremidades y con el tiempo pudo correr un poco... No volvió a aparearse ni a participar en otra pelea. Desapareció en la zona baja del escalafón. Y regresó al lugar de donde vino: al desierto... Continuó siendo muy reservado y se iba si alguien se le acercaba. Prefería permanecer sentado, observándolo todo desde lejos. como en el pasado.

*Agresión desplazada: conducta común en los babuinos de atacar y golpear a una hembra o otro macho inferior cuando es derrotado en una pelea o agredido por un macho superior, es decir desahogarse con alguien que no puede defenderse de ti cuando te han agredido.








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