“Si se
carece del valor para decirle al mundo que se ocupe de sus asuntos, la
emancipación de la mujer suele ser una tragedia mayor que la que hubiera sido
el matrimonio tradicional. Habían logrado cierto grado de independencia como
para poder ganarse la vida, pero no habían alcanzado la independencia ni la
libertad personales.” Emma Goldman, 1905. Extraído de su autobiografía:
Viviendo mi vida, volumen I.
Esta
reflexión que hace Emma Goldman hace un siglo creo que sigue plenamente
vigente, ¿de verdad creéis que hemos cambiado tanto?, en la forma, en los
derechos legales, en reconocimiento social o familiar, hay mejoras pero en el
fondo, en el interior de cada una de nosotras, en el funcionamiento intrínseco de
la sociedad no hay tantas diferencias. La fuerza inconsciente del Patriarcado se
perpetúa adaptándose a los cambios, puedes vestir como quieras pero sexualizada,
atractiva para los machos, conforme a las modas, podría ser un ejemplo.
En ese
texto Emma Goldman reflexiona sobre una ínfima minoría de mujeres liberadas
para su época; liberadas en lo formal, trabajo propio, sin depender económicamente
de varón, pero a costa de renunciar a una pareja, a hijos, al afecto y al amor.
Ella que no tuvo hijos ni se ató nunca a una pareja de la forma tradicional, siempre
defendió y practicó el amor libre, pero no entendido como promiscuidad sino
como la entrega libre en el afecto, en el amor a otras personas, huyendo de la
rigidez de la moral social y de su vulneración mediante el sexo sin afecto. A
pesar de encantarle los niños, su excesivo amor por la humanidad en general y
cada ser humano en particular, la llevó a consagrar su vida a la liberación del
ser humano de forma activa luchando contra la explotación de una mayoría por
una minoría despiadada y cruel, a través del patriarcado capitalista. Pero a su
vez fue una mujer coherente con su forma de ver la vida, y a pesar del dolor y
las decepciones que sufrió, no renuncio a vivir su vida de forma plenamente
libre y amorosa.
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