pasionales o insulsas,
indiferentes o motivadoras,
pero lo que nunca debemos hacer es reprimirlas, ni aún en el caso de las desaconsejadas autocompasivas que sólo esconden el deseo de sufrir.
Si nos encanta ver a una niña(o) reir porque cometemos la estupidez de negarles el necesario llanto.
Llora, ríe, vive.
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